La tortuga Todovabién

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«Todo va bien, todo va bien, teniendo algo que comer», cantaba la tortuga a todas horas y en todas partes, mientras se alimentaba de los pinchudos higos chumbos que crecían en esa isla del Pacífico. La rutina diaria lleva a la tortuga Todovabién a recorrer cada día la isla buscando los lugares donde crecen los higos chumbos más ricos. No permite que nada ni nadie la distraiga en su camino, ni muestra el menor interés por el devenir del resto de animales de la isla, que la invitan a compartir con ellos sus alegrías y sus preocupaciones. Un buen día, un barco pirata desembarca unos cerdos, como era antiguamente costumbre, para que proliferen y sirvan de futura despensa de náufragos a la deriva. La llegada de estos cerdos voraces pondrá fin a las tranquilas vidas de los animales de la isla. Solo la tortuga Todovabién parece poder continuar con su rutina diaria.

Las coloridas ilustraciones de Nanu González ambientan de manera perfecta esta fábula social tan real como la vida misma.

Reseñas

«La tortuga protagonista de este álbum ilustrado, una fábula social, opta por la alienación. En lugar de integrarse en la sociedad, con una actitud solipsista, la tortuga logra convertirse en un ser al margen de la vida cotidiana, limitándose así a comer sus espinosas bayas. Y cuando la isla es invadida por depredadores, la tortuga ignora las peticiones de ayuda, de modo que acaba siendo, junto a los nuevos animales, la única habitante de la isla. Sin embargo, el cuento infantil explora cuál es el precio de la culpabilidad de la tortuga, de modo que, ante la llegada de un náufrago, ésta se convierte en comida para el hombre. En una sociedad como la nuestra, todos pagamos el precio del solipsismo, parece decir este cuento de animales». Boolino

«El cuento más inteligente y gamberro posible para enseñarle al niño lo esencial del mundo. Que el mundo somos todos. El mundo es global, funciona si todos funcionamos. Y si solo decides salvarte a ti, si solo te limitas a ayudarte a ti (y a los tuyos)… a la larga lo pagas. Algo tan obvio es el fallo de nuestro planeta y por lo que lo tenemos condenado. La tortuga Todovabién (qué acierto ponerle un nombre tan engañosamente positivo a un personaje tan destructor como sus mandíbulas, tan frío…) solo se centra en ella, está alienada. Ni siquiera tiene tiempo para escuchar la belleza de las melodías de los cangrejos, disfrutar con los perezosos o contemplar la alegría de los peces. Ella va a lo suyo porque ella está bien cubierta, y cuando la amenaza (los cerdos, otra gran elección) irrumpe, a ella le da igual todo. Todos. Las ilustraciones son poderosas, creo que ésa es la palabra. Tienen fuerza, garra, irrumpen en la visión, asustan… y al final conmueven». El tigre que vino a leer

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